3.10.05

Persepciones

Acabo de descubrir que para ser un gran orador, ya sea en conversaciones cotidianas o en discursos públicos, es necesaria una gran cuota de egocentrismo. De lo contrario, los temas de charla se evaporan más rápido que un charquito en enero.
Y también me di cuenta de por que soy un tipo tan callado.
Y me puse contento.