21.12.04

Que al mundo nada le importa

La cola sigue avanzando lenta, pero Carlos ya no está ahí. Ahora camina las veinte cuadras que lo separan de la otra esperanza que marcó en los clasificados mangueados. En el lugar de la puertita marrón sólo le hicieron un par de preguntas. Parece que para barrer un supermercado se necesita titulo secundario.
Carlos camina por veredas que nunca sentirá suyas. Se ve como un forastero ante los ojos de quienes parecen los dueños del lugar, todo le resulta extraño. La marea de gente lo agobia. Se chocan, apurados en llegar a ninguna parte, y ni se miran, ni se hablan, ni se disculpan, ni agradecen, ni sonríen.