14.7.05

Crónica de Curuzú Cuatiá

28/06/05
"Posta de la Cruz", fue el primer nombre para los jesuitas que llegaban del otro lado del mar. Pero los primeros habitantes de la zona ya lo conocían como Curuzú Cuatiá. Dicen que en un principio, nueve algarrobos señalaban el cruce de los caminos. Allí donde se juntaban los que venían de las Cuchillas Grandes, de la Bajada del Paraná, de Santa Fe y Buenos Aires.
Fue Manuel Belgrano, el 16 de noviembre de 1810, el que decretó la fundación de la ciudad. Don Manuel soñaba que en estas tierras la felicidad iba a ser hija directa de la "repartición de la riqueza" y del sostenimiento de escuelas y trabajo desde el estado. Ciento noventa y cinco años después, el paisaje existencial de Curuzú Cuatiá ha cambiado y el sueño de Belgrano mutó en pesadilla. Sandra Lorena Curimá se llamaba una piba de veintidós años que fue asesinada el 29 de mayo de este año. Justo en la tierra en la que los guaraníes y Belgrano imaginaban un territorio liberado del mal impuesto por pocos. Fueron casi doscientas las personas que realizaron la primera marcha de silencio reclamando justicia por Lorena. Todo un símbolo sobre el presente de los pibes correntinos. Los herederos de los sueños de los guaraníes y del rebelde Don Manuel. En Curuzú Cuatiá, síntesis de la tierra bravía correntina, los chicos y los adolescentes como Lorena no saben qué significa la palabra futuro. Más del setenta por ciento de los pibes menores de veinticinco años son pobres en la tierra en que nació San Martín. Habrá que escalar la cordillera de la indiferencia para liberar el presente y pontificar que casos como el de Lorena no se repitan más en el suelo guaraní.