16.6.05

El umbral de la tormenta

Cansados de mirar como los hijos de puta que nos dejan sin laburo meten la nariz en la bolsa, se nos está yendo la vida. Nos están gastando la piel, nos están robando la sangre. Y los traidores sonríen y echan bocanadas de felicidad ajena que compran en supermercados que nos quieren vender con su mejor sonrisa el revolver que nos va a volar la cabeza.
Y ahí estamos, parados en el último lugar de la fila, con las manos frías, con el alma estrujada, en esta jungla que se vuelve desierto cuando más necesitamos la llovizna.
Desde tronos maquiavélicos, alguien nos está rapiñando la esperanza. Pero no somos carroña, ni seremos presa fácil en este juego que, de trampa en trampa, nos vienen haciendo jugar. Podemos hacer que sepan que por más que el aire huela a matufia, no habrá as en la manga que nos amilane.
Porque pueden querer vendernos felicidad en cajitas, pero eso no significa que se las vayamos a comprar.