12.10.05

En el país de los ciegos

Una familia entera duerme en un colchón ubicado en plena calle Bartolomé Mitre, mientras los ciegos pasan, indiferentes. O lo que es peor, acostumbrados.
El cíclope de vidrio nos mira, emboba y distrae. Perfecta herramienta para desinformar. Mejor excusa para ensimismarse. La caja, tu ombligo, y la apatía como plato principal.
En cada esquina se vende miedo. Los ojos se entrecierran, las miradas se persiguen. Se aprietan los puños, se chocan los hombros. ¿Quién da más?.
La impunidad sigue cubriéndolo todo con su enorme manto. Desfachatados, ya ni siquiera se limpian el colmillo después de morder.
Caen las caretas y la verdadera máquina empieza a funcionar. Los engranajes son los de siempre, y las monedas caen siempre del mismo lado.
Pero hay fuegos que no se apagan. Y algún día seremos hoguera. Y todo va a arder.