10.2.05

Como atroces chistes sin gracia

Una banda que no para de tocar cuando debería hacerlo. Que se convierte en víctima y victimario al mismo tiempo. Que elige el silencio como método de defensa. Que intenta deslindar responsabilidades. Que no sabe manejar la situación. ("Cuanto más alto trepa el monito (así es la vida) el culo más se le ve").

Medios que exprimen la noticia macabra hasta agotarla. Muestran todo. Escriben mucho. Dicen poco. Hacen nada.
Ayudados por una sociedad que da vuelta la página y vuelve a abrir grandes los ojos, ante la nueva tragedia que más temprano que tarde va a cubrir con un manto de olvido lo que nunca se debiera olvidar.

Empresarios más preocupados por una moneda extra que por la vida misma. Ninguna novedad, sólo que esta vez salió mal.

Dirigentes con la mirada tan corta como para ver que lo único que se juega es algún futuro político, sin pensar que se timbearon vidas jóvenes que querían ser.

Puede que todo esto resulte redundante, pero anoche caminaba por ahí y en un negocio sonaba Callejeros. Pasé por la puerta y sólo llegué a escuchar esta frase, y todas estas cosas empezaron a rebotarme en la cabeza. Porque suenan así.