8.2.05

Escondido

Soy quien estás esperando. Con tus ojos embravecidos, con tu sed de almas secas. Arrasando con lo que se cruce a mi paso, voy a emerger para siempre desde lo más oscuro, desde lo más lejano.
Ya te esperé demasiado. Observé cada movimiento, cada tentación. Te vi reír y llorar, gritar y aguantar, besar y morder. Te vi volver sobre tus pasos una y otra vez. Y te vi tragar el miedo que te produce saber que existo.
Estabas ansioso por verme llegar y ahora que estoy aquí me querés enclaustrar.
Recuerdo tus ganas de apagarme cada vez que me volvía fuego. Esconderme sólo te condena más, no creas que no estaba cuando menos lo querías.
Soy tu mejor sueño, en el que te ves libre, sin cargar la piedra. Soy el dueño de tus manos, de tu sangre, de tu corazón.
Estuve agazapado, esperando que me necesites. El tiempo suele jugar en mi contra cada vez que pasa urgente.
Pero siempre estás buscándome, tratando de que me asome por el rincón más recóndito de tu alma, que pide a gritos que salga a la luz.
Así las cosas, la magia de tus ojos sigue siendo negra, mezcla de humo y noche sin luna.
Soy la trompada en la pared. Soy la piedra en la mano. Soy la sangre corriendo por tus venas. Ese soy yo, tu más hermoso sueño, del que nunca quisieras despertar.