14.10.05

De caras tapadas y caraduras

La gente tiene hambre, y el hambre no se politiza.
Quisiera verlo a usted, Doctor Nadie, comiendo y dando de comer con $150 por mes. Eso es lo que debe gastar en cada una de sus cenas de negocios.
¿Con qué cara, Doctor Nadie, cierra las puertas de un diálogo que nunca existió? ¿O acaso no se da cuenta de que sus actos, de puro inexistentes, se están llevando 100 chicos por día? Chicos que nunca, jamás, conocieron aquello de ser los únicos privilegiados.
De nada sirve, Doctor Nadie, pegarle una trompada a quien necesita una caricia.
Le pediría que mire fijamente todos esos ojos, sólo durante un minuto, sin correr la mirada. Y que me dijera que ve, que siente.
Empero, Doctor nadie, la ceguera es su enfermedad preferida. Porque lo deja ser sin hacer. Lo deja vivir sin sentir.
La frazada es corta, y los abrigados son siempre los mismos.