8.3.05

El paso del tiempo

Extraña su boca, por besadora y habladora. Por ser capaz de cantar las más dulces melodías, y de gritar las más fieras broncas.
Extraña sus ojos, que miran y se dejan ver. Transparentes, sinceros. Capaces de reír, y de llorar, y de ambas cosas al unísono.

Extraña sus manos, suaves para acariciar, duras para dar pelea.

Extraño. Así se siente a veces frente al espejo. Con ojos que no dicen, boca que no grita, manos que no logran acariciar.