16.3.06

Bares

Es como la muerte, dijo. Y enmudeció. Tal vez sorprendida por el significado de sus propias palabras.
En un abrir y cerrar de ojos comprendió que no había mejor forma de describir aquel viejo sentimiento.
Él, por su parte, acusó el golpe como se recibe un martillazo en el medio del pecho. No era eso lo que había ido a buscar, y tal vez ninguna otra cosa, pero el sentido de aquella frase lo había sumido en lo más profundo de su pensamiento, buscando como refutar aquella irreverente verdad.
Después de eso, las palabras salieron más de los ojos que de las bocas. Alguien, incluso, percibió un abrazo que nunca ocurrió.
Luego de un instante, se pararon y partieron rumbo a la calle, cargando sus almas muertas. Llorando en silencio su cobardía infinita.