20.12.05

Como otros Juanes

Sus manos se abren para el trabajo y se cierran para la lucha. Pero sonríen cuando él las hace bailar.
Cuando Juan toca, la guitarra parece desnudarse. Al roce de sus dedos, deja caer su imaginario vestido, y aparecen ante la vista su alma de acordes dulces y su cuerpo de hermosa mujer.
Juan cuenta, cantando y tocando, historias de las que lloran y de las que ríen. Como la suya, que lloró hasta reír. Y hoy quiere ser carcajada.