21.7.05

¿Revelación?

Todos los amores mueren.
La cuestión es saber que hacer con el cadáver.

19.7.05

La marcha llegó a la Plaza


01/07/05
Una vez más, como se había venido repitiendo en cada una de las ciudades que recorrió la Marcha de los Chicos del Pueblo, la lluvia quedó ahí, amenazando, pero no pasó de llovizna. A las 9 de la mañana, los micros salieron de Moreno y el cielo preanunciaba una llegada a la Plaza de Mayo bajo el agua. Pero no hubo agua sino cariño, aplausos, acompañamiento. Ya en el Parque Rivadavia los Chicos comenzaron a ser bien recibidos: representantes de diferentes organizaciones sociales y gremios estaban ahí, a la espera, con los brazos abiertos para la caricia y la palabra de sostén, para reforzar la idea que durante todos estos días animó al enorme contingente: tiene sentido marchar, tiene sentido reclamar lo que es justo, tiene sentido recordar con los propios pasos y con los propios gritos que la niñez tiene derechos y no están siendo respetados. La Marcha de los Chicos del Pueblo se encaminó por la avenida Rivadavia, a lo largo de la cual se iban sumando cada vez más columnas. A la altura de Cromañón, hubo un alto necesario y doloroso. Uno de los chicos integrantes del Movimiento puso en palabras lo que todos querían expresar: “El hambre es un crimen. Toda muerte que pueda ser evitada es un crimen. Por eso Cromañón no fue una tragedia sino un crimen. Y sus responsables deben ser juzgados”. Palabras simples, demoledoramente simples, encabezadas por la consigna, la síntesis, el lema que inspiró esta iniciativa: el hambre infantil suele ser exhibida y aceptada como “una tragedia”. No es una tragedia en tanto podría evitarse. No es una catástrofe en tanto podría no existir en un país con recursos de sobra y carencia de voluntad social y política para remediarla. Bajando por la Avenida de Mayo, lo que había empezado el 20 de junio en Tucumán ya era una gran, enorme marcha, una multitudinaria marcha colorida, que incluía, como en cada punto del recorrido, el trencito de la vida, zancos, malabaristas, las manitos de colores, murgas, cantos, y una enorme y larga bandera argentina como una forma de reclamar pertenencia y responsabilidad por parte de quienes tienen en sus manos las decisiones que harían posible que cada chico de este suelo tenga una infancia digna, sana y entera. Al llegar a la Plaza, los chicos marchantes se ubicaron en el palco. La Plaza estaba llena y el locutor anunciaba que todavía faltaban dos cuadras enteras de gente por sumarse. Estaban allí las Madres de Plaza de Mayo, todas sus líneas: Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas. Estaban Keka Koffman y su compañera. Estaba la hermana Martha Pelloni. Decenas de organizaciones sociales y barriales del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, la Central de los Trabajadores Argentinos. También dijo presente la Corriente Clasista y Combativa, y otras tantas organizaciones populares. Había muchos brazos abiertos y estirados para reunirse en un reclamo que unió, que reparó, que superó matices o diferencias: los chicos necesitan ese consenso y lo tuvieron. Norberto Gonzalo y Patricio Contreras leyeron la convocatoria de la Marcha. Luego, los niños marchantes tomaron la palabra: “Somos la voz de los chicos que no pueden marchar. Soñamos con una casa grande, con el baño adentro, con piso, con un patio para jugar a la pelota”. Dijeron, con esa contundencia que no puede refutarse: “Salimos de Tucumán porque ya no aguantamos ver más a las mamás y a los papás juntando cosas en la calle”. Dijeron, con el sentido común que los discursos políticos ningunean siempre: “A todos les decimos que para que nuestros sueños sean realidad, los primero que necesitamos es que nuestros papás tengan ¡trabajo!”. Alberto Morlachetti, el coordinador del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, ancló luego estas consignas que resumen el pedido claro y conciso de dignidad. “Decía un gran poeta de la lengua castellana, y lo voy a parafrasear, ´la Virgen cura a los niños con salivilla de estrella´, mientras este capitalismo avanza sembrando muerte.” Agregó: “Cómo le digo a mi país que alguna vez ser niño fue un privilegio y lo hemos perdido. Lo hemos perdido en dictaduras militares. Los compañeros que no terminaron de vivir, que son 30 mil, que tienen nombre, que tienen abrazos, que tienen ternura, están aquí. Tenían sueños, tenían utopías. Si esos compañeros hoy estuviesen aquí, en esa Casa Rosada, no habría un solo chico de la calle”. De las palabras de Morlachetti se desprendió el profundo sentido político de la consigna central de la Marcha, “el hambre es un crimen”. Agregó: “Si el hambre persiste en la Argentina es porque está planificado. Si el hambre persiste en la Argentina es porque no queremos erradicarlo. La Argentina tiene múltiples recursos para erradicar el hambre, es un país rico. Y como país rico, les decimos: o nos dan lo que los niños, nuestros hijos, quieren o con ternura, paso a paso, venceremos. Y yo digo como educador, nosotros tenemos un compromiso de amor con la hermosura y un compromiso de sangre con nuestro pueblo. A vencer, compañeros”. Antes de que artistas como Ignacio Copani o el grupo Arbolito pusieran la música y siguiera la fiesta, el Padre Juan de Moreno bendijo las trenzas de pan, símbolo del derecho a la alimentación. Porque eso dijo esa epopeya protagonizada por los Chicos del Pueblo: en la Argentina, el hambre es un crimen.

18.7.05

La mazamorra del Gran Buenos Aires

30/06/05
“La mazamorra es el pan de los pobres...”, canta Peteco Carabajal y los pibes marchantes bailan la música que viene de las raíces. Fue en la plaza de Moreno. Iluminada por los fuegos de las antorchas caseras. Estrellas andantes, peregrinas como los chicos. Marchantes, las antorchas, como las esperanzas y las ternuras del trencito de la vida. Los pibes llegaron a las tres de la tarde a José C. Paz y otra vez el cielo se aguantó el llanto anunciado en los nubarrones. Y los chicos fueron abrazados por mucho pueblo, rodeados de color largamente preparado para la ocasión. Militantes de cooperativas, centros comunitarios, mutuales, comedores, de la CTA y más. Los que ponen el cuerpo en la geografía estragada del Gran Buenos Aires. Las calles estaban atravesadas por banderines, como en las viejas fiestas de los barrios obreros. Todo organizado por los compañeros de la Red El Encuentro de José C. Paz. Las murgas bailaban al ritmo de los ojitos de los chicos y desde la ruta 197, cuadras y cuadras apiñadas de pueblo marcharon hasta la plaza. “Esta marcha y esta fiesta es el resultado de juntar todos estos pedacitos y estar acá armando nuestro sueño. Es inexplicable e imperdonable que en nuestro país haya nueve millones y medio de pibes en la pobreza”, dijo la militante de siempre, Ana Gravina, de la Red El Encuentro. Y añadió: “A esto le tenemos que decir Basta. Para eso estamos todos juntos acá”. “Estos chicos que marchan son heroicos” empezó diciendo Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. “Estos chicos son los hijos o los nietos de los compañeros que hoy no están y que en la década del setenta lucharon para construir un país para todos. Por eso las Madres, por eso los organismos de Derechos Humanos, por eso ustedes y nosotros, compañeros”, agregó. “Este crimen del hambre que es un verdadero genocidio, continuación de aquel genocidio que nos arrancó 30 mil raíces de nuestras almas: Nosotros les decimos que no vamos a cejar. Paso a paso y con ternura los venceremos” terminó germinando futuro, Alberto. Allí, bien cerquita, como siempre, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, la increíble Keka Koffman y Adolfo Pérez Esquivel. El Premio Nobel de la Paz sostuvo que “esta marcha es un llamado de atención a la sociedad y al gobierno argentino. Una sociedad que no piensa en sus hijos pierde el sentido de la vida”, apuntó. Después vino la guitarra y la voz sólida y compañera, dulce y firme de Teresa Parodi, hija de maestra y sostenedora de esperanzas populares. “No hay que perder la alegría de luchar”, dijo Teresa mientras cantaba la necesidad de resistir. “Nos han robado hasta la primavera, pero nos queda nuestra canción...”. Y el canto se hizo fueguito. Fueguito bien de abajo para que caliente de verdad. Antorchas y pibes en Moreno. Tocó Coqui Sosa y Peteco Carabajal dibujó la metáfora de la mazamorra como comida de los pueblos originarios y las mayorías del presente. “Si no peleamos por la vida, la vida se nos va como agua entre los dedos”, dijo el Padre Juan de Moreno. “Este recibimiento es emocionante” dijo Omar Giuliani, referente del Movimiento, y agregó “Los pibes pasaron a ser los nadies. Por eso mañana en Plaza de Mayo vamos a romper los corazones duros de estos funcionarios que se olvidan de nuestro pueblo”. La caravana de colectivos llegará al Parque Rivadavia este viernes 1º de julio a las 11 de la mañana y luego se vendrá la última marcha de esta etapa de la pelea hasta el corazón de la historia argentina, la Plaza de Mayo. Allí, a partir de las 14.30, está pensado el inicio del acto final. Para que no haya más un chico pobre en el país del pan, la carne y la riqueza. Para decirle basta a la invención del hambre. Para que la ternura venza y exista una nueva posibilidad de ser felices en estos arrabales del mundo. Porque el hambre en nuestro país, es un crimen.

15.7.05

El juramento de Concordia

29/06/05
Otra vez el cielo se abrió al paso de los chicos andantes. La Marcha pasó por Chajarí y Federal y llegó a Concordia, ciudad estragada por los vientos de los años noventa. Las nubes, una vez más, decidieron aplazar su carga.Los pibes peregrinos recibieron el saludo de los niños, maestras y familias, de la CTA local, de varias organizaciones y, como siempre, de muchas escuelas movilizadas en torno a ellos.Allí estaban, como a lo largo de la geografía existencial de los últimos nueve días, los zancos, los payasos, las tiernas manos invencibles y el trencito de la vida.Y esta vez Fox Sport se quedó sin mucha audiencia aunque jugaran nada menos que Brasil – Argentina. Es que el partido que importaba se jugaba en la cancha grande de la historia, esa en la que se disputa la felicidad de los que son más.Seis cuadras colmadas de pibes, de pueblo, acompañaron el pasaje de la Marcha de los Chicos del Pueblo.Hasta llegar a la Plaza 25 de Mayo. Allí, Eduardo Balbuena, hermano de Víctor, uno de los tantos pibes asesinados por la policía provincial, dijo que estaban disfrutando un triunfo. “Le ganamos el juicio a la policía”, decía Eduardo hablando desde el corazón del piberío empobrecido y siempre sospechoso para los guardianes del sistema.Después le tocó el turno al Padre Servín. Cristiano de andar peleando contra los crucificadores cotidianos, el cura empezó agradeciendo a los chicos: “Gracias chicos porque nos ayudan a seguir soñando con una Argentina en donde los chicos puedan comer con sus familias y no en los comedores”. Agregó: “Que coman el pan ganado por el trabajo de sus padres. No queremos camuflar el hambre porque otros nos ponen un plato de comida”.Omar Giugliani, del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, describió el contraste entre lo que se ve y lo que se vive: “Viniendo para acá atravesamos muchos campos repletos de ganado, al mismo tiempo que nos informaban de la tasa de mortalidad infantil y del número de chicos pobres. Estamos viviendo una especie de genocidio como el sufrido en los años 70. Esto es sencillo de solucionar: hay que distribuir la riqueza”, dijo el dirigente social. Y agregó en tono de promesa: “y le decimos a los funcionarios que si no reparten la riqueza, tarde o temprano la tomaremos”.Los pibes y el pueblo de Concordia abrazaron esas palabras con aplausos y la ternura subió en los colectivos y también se la vió en los alrededores de las escuelas. La Marcha sigue y la vida fluye, el futuro vuelve a ser pronunciado en cada lugar que los nenes peregrinos convierten en territorio de caramelos, denuncias y risas.Mañana niños, el trencito de la vida y las canciones de Teresa Parodi nos esperan en José C. Paz.

14.7.05

Crónica de Curuzú Cuatiá

28/06/05
"Posta de la Cruz", fue el primer nombre para los jesuitas que llegaban del otro lado del mar. Pero los primeros habitantes de la zona ya lo conocían como Curuzú Cuatiá. Dicen que en un principio, nueve algarrobos señalaban el cruce de los caminos. Allí donde se juntaban los que venían de las Cuchillas Grandes, de la Bajada del Paraná, de Santa Fe y Buenos Aires.
Fue Manuel Belgrano, el 16 de noviembre de 1810, el que decretó la fundación de la ciudad. Don Manuel soñaba que en estas tierras la felicidad iba a ser hija directa de la "repartición de la riqueza" y del sostenimiento de escuelas y trabajo desde el estado. Ciento noventa y cinco años después, el paisaje existencial de Curuzú Cuatiá ha cambiado y el sueño de Belgrano mutó en pesadilla. Sandra Lorena Curimá se llamaba una piba de veintidós años que fue asesinada el 29 de mayo de este año. Justo en la tierra en la que los guaraníes y Belgrano imaginaban un territorio liberado del mal impuesto por pocos. Fueron casi doscientas las personas que realizaron la primera marcha de silencio reclamando justicia por Lorena. Todo un símbolo sobre el presente de los pibes correntinos. Los herederos de los sueños de los guaraníes y del rebelde Don Manuel. En Curuzú Cuatiá, síntesis de la tierra bravía correntina, los chicos y los adolescentes como Lorena no saben qué significa la palabra futuro. Más del setenta por ciento de los pibes menores de veinticinco años son pobres en la tierra en que nació San Martín. Habrá que escalar la cordillera de la indiferencia para liberar el presente y pontificar que casos como el de Lorena no se repitan más en el suelo guaraní.

13.7.05

Crónica de dos ciudades

27/06/05
La Marcha por la Vida entró a la capital de Santa Fe a puro redoblante y el sol que despertaba, entre nubes, le ponía colores a la mañana. Una multitud -sí, miles de personas- 7 cuadras nos acompañaban a puro niño, a puro son: pura esperanza. Gaby y Lucio de Juanito Laguna, que organizaban la marcha, fueron los hacedores de ese recibimiento tan bello que nos regaló Santa Fe: esa multitud de organizaciones sociales, inundados, desocupados, cartoneros, los niños de malabares, trabajadores, gremios -ATE, AMSAFE, ADUL y CTA-.Francisco, un niño santafesino y damnificado por las inundaciones, abrió el acto y dijo: “muchos seguiremos siendo adultos con forma de niños”, se lamentaba.Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, agradeció la calidez del recibimiento del pueblo santafesino y sostuvo que “Cuando nosotros decimos que el hambre es un crimen, también le decimos al gobierno de Santa Fe que la inundacion fue un crimen”. Agregaba “Cómo decirle a mi país que tenemos 22 mil millones de dólares de reserva en el Banco Nacional y no podemos alimentar a los 9 millones y medio de niños que tienen hambre en nuestra patria. O nos dan lo que queremos, que es alimento, dignidad, salud y educación para cada pibe, o el pueblo lo va a tomar: con ternura venceremos”.Mientras la murga “Los Príncipes del Bombo”, del barrio Yapeyú cantaban y cantando decían: “Queremos jugar al fútbol con botines de verdad, que las bombitas sean las estrellas, que nos inunde el humo del asado”.Keka Koffman, Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe, nos hablaba de los sueños de los hijos que ya no están, pero que viven en las ilusiones de estos chicos de construir un país para todos.Otra vez la ruta, túnel subfluvial y la ciudad de Paraná donde caminamos veinte cuadras rodeados de escuelas, niños, padres y la presencia de Víctor De Gennaro, titular de la CTA; los compañeros de AGMER, judiciales, ATE; Víctor Mendibil, secretario general de la FJA; Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP, Héctor Carrica, secretario general de la Federación Nacional de Salud (FNS-CTA); Alejandro Demichelis, secretario de prensa de CTERA y Osvaldo Ríos, secretario de prensa de SUTEBA.Diego Chichizola, educador popular del Movimiento, saludó a los pueblos de Santa Fe y Paraná y explicó los motivos de la marcha: “marchamos porque el hambre es un crimen”. Agregaba “Marchamos porque en esta zona, por excelencia de la leche, de la soja y del trigo, no debe morirse un solo pibe de hambre. Es un crimen y es pensado. Con los pibes no se jode, en Paraná había un seguro para la infancia y lo quitaron, con los pibes no se jode, por eso es que vamos el viernes a Plaza de Mayo”.