21.12.04

Que al mundo nada le importa

La cola sigue avanzando lenta, pero Carlos ya no está ahí. Ahora camina las veinte cuadras que lo separan de la otra esperanza que marcó en los clasificados mangueados. En el lugar de la puertita marrón sólo le hicieron un par de preguntas. Parece que para barrer un supermercado se necesita titulo secundario.
Carlos camina por veredas que nunca sentirá suyas. Se ve como un forastero ante los ojos de quienes parecen los dueños del lugar, todo le resulta extraño. La marea de gente lo agobia. Se chocan, apurados en llegar a ninguna parte, y ni se miran, ni se hablan, ni se disculpan, ni agradecen, ni sonríen.

16.12.04

Esperanzas

Afuera el viento sopla frío y la cola se hace eterna. Lucio vuelve a mirar sus manos desnudas y las frota para que el rato sea más llevadero. Otros permanecen donde los encuentra la mañana, sin la moneda que los deje abordar el colectivo de la dignidad.
Desde el fondo, Carlos asoma la cabeza por el costado de la fila. La pequeña puerta marrón está a más de media cuadra. Abre la billetera andrajosa y mira con rabia la estampita de ese Jesús crucificado que de tanto mirar hacia abajo, pareciera que no quiere ver.

6.12.04

Despedida

Una noche huyó de mis sueños. Trepó por mis cabellos, se posó en mi almohada. Desanudó mi garganta. Dejó en su lugar aquel corazón que ya no le pertenecía.
Y ya no volví a soñarla.